“La ciudad no cuenta su pasado, lo contiene como las líneas de una mano, escrito en las esquinas de las calles, en las rejas de las ventanas, en los pasamanos de las escaleras, en las antenas de los pararrayos, en las astas de las banderas, cada segmento surcado a su vez por arañazos, muescas, incisiones, comas.”
ITALO CALVINO
Cuando se discute abiertamente sobre patrimonio normalmente se generan bandos alrededor de las decisiones que se toman acerca de una edificación, los hay (y pocos) los creativos que consideran interpretar pasado y futuro en la arquitectura misma, también existen los conservadores y románticos que aspiran con ideas melancólicas perpetuar los momentos clásicos de la ciudad misma a través de un edificio. Recordar cómo la gente vestía con traje de época mientras subían las escalinatas o creer cómo sonaba la música y el murmullo de años conservados tras las paredes de un edificio que a pesar de ser inerte alberga muchas historias y los hay de vanguardia con ideales modernistas que sacrifican la historia por darle paso a la contemporaneidad y que sólo lo ven como un edificio que ocupa espacio al progreso, en su cabeza no ve las historias. ¿Imaginan la edificación en un futuro? la cual densificará la ciudad, lucirá en sus galas los materiales contemporáneos no siempre estéticamente elegidos, pero la memoria colectiva se esconde tras la idea melancólica de progreso.
No hablo de la melancolía como el estado físico de la tristeza si no como el sentimiento que genera el añorar.
Científicamente dirán que es un estado anímico de desasosiego, yo la veo como el estado que hace al humano brillarle los ojos con una idea de recuerdo, el cual puede ser recuerdo del pasado o una idea que le recuerde el futuro.
No soy psicólogo, es una conclusión personal.
Quiero hablar de este tema, porque pocas veces hablamos de cómo habitamos el hogar, cómo los recuerdos nos pueden invadir en nuestro espacio y nos hacen la vida más llevadera, nos identificamos con nuestros recuerdos, pero pocas personas son capaces de convivir con ellos en el mismo espacio y por eso constantemente transforman su habitar en una idea de constante transformación contemporánea.
Esta cuarentena nos ha llevado a habitar nuestras residencias como nunca había pasado jamás.
NOS OBLIGARON a permanecer.
La sola idea de obligación enloquece a la mayoría de los habitantes, pero otros sin embargo se han empezado adaptar a convivir con su casa entre las paredes que lo rodean.
El concepto de casa es largo que se ha transformado muchas veces a través de la historia y cómo habitarla es una idea revolucionaria, pero ahora que lo hacemos obligados nos enfrentamos al sentimiento melancólico de una vida que conocimos antes de la pandemia llegando a descubrir nuestra propia historia por medio de todos los elementos, los cuales hemos llenado los espacios que la arquitectura nos permite usar.
Hoy en día nos enfrentamos a un reto gigante: no dejarnos vencer por la melancolía. Aprovechar para convivir con nuestros espacios, descubrir realmente cómo habitarlos, descartando los recuerdos no merecidos y creando un futuro ideal de vivir.
Nosotros como humanidad sin duda nos vamos a transformar luego de la pandemia, pero no olviden que nuestras casas también lo harán.
SANTIAGO DUSSÁN LÓPEZ
CEO Estudio Dussán