Muy bien dice la historia que cuando hay crisis surge la innovación y en los últimos años lo hemos comprobado. La pandemia aceleró la innovación digital en todos los sectores de la economía y transformó muchos aspectos de nuestra vida.
Avanzamos años en tema de comunicaciones, en la manera de mercar; pedir domicilios; ir al banco; hacer reuniones de trabajo o comunicarnos con nuestros seres queridos.
La cuarta revolución digital entró con más fuerza en estos últimos dos años, en comparación con los veinte anteriores, cuando se hablaba de este término en condiciones muy diferentes. Hoy, con la crisis del transporte marítimo y la situación de conflicto que se vive en Ucrania, nuestra historia va a ser distinta.
Los sobrecostos en las importaciones nos van a acelerar nuestra manera de traer productos del exterior, pues ya se están asomando estrategias curiosas para no depender de alimentos extranjeros, como los nuevos cultivos subterráneos que cuentan con sistemas de sensores y drones para su monitoreo.
Y ni qué hablar del boom de las energías renovables. Su crecimiento exponencial va a abrir las puertas a unas nuevas fuerzas económicas mundiales.
Nuestro habitar y la manera como lo concebimos se verán transformados por el crecimiento de tecnologías disruptivas como la del metaverso, un modelo aún poco entendido, pero que ya mueve millones de dólares en transacciones digitales.
Está claro que debemos estar preparados para esto y todo lo nuevo que se viene. La pregunta de inflexión es, ¿Cómo hacernos partícipes de ello?
Ingresar a un mercado donde los más conservadores aún mantienen distancia, una sociedad de baby boomers que no lo entiende y un mundo globalizado que nos consume, nos sigue abrumando a quienes nos movemos en el mundo de las tendencias y la decoración.
Afortunadamente aún hay fuerzas para apalancar los nuevos emprendimientos digitales que nos van ayudar a acercarnos al mercado del diseño y la decoración.
Nuestros artesanos y diseñadores aún son ajenos muchos de ellos a la digitalización y ese es el reto más grande que tenemos para fortalecer el trabajo desde nuestras comunidades.
Tenemos que entender a fondo nuestras tradiciones y reconocer en ellas la gran riqueza que tenemos como país. Debemos transformar nuestra capacidad de producir, para no ser solo un país exportador de materia prima e importador de productos finales, así como aprovechar nuestro potencial de creación; aprender y entender la tecnología para ser partícipes del mercado mundial.
Hoy toda nuestra inspiración viene del extranjero, de ese pensamiento occidental que quiere copiar las costumbres de Norteamérica y Europa. Es aún muy incipiente el papel que juega el territorio en nuestros procesos creativos.
Y no se trata de olvidarnos de todo lo aprendido del exterior o emprender una competencia contra ello, sino recorrer un camino en nuestro conocimiento para encontrar la inspiración.
Nuestro país tiene mucho material de inspiración, pero lamentablemente no nos han enseñado cómo aprovecharlo. Antes nos hemos encargado de ignorar lo propio y buscar las ideas afuera.
Muchas veces me han preguntado de dónde viene la inspiración.
La inspiración no viene de la nada, ni llega como un hada que vuela alrededor de uno, con su varita toca la cabeza y mágicamente aparecen los polvos mágicos con los que uno se inspira.
La inspiración viene acompañada de la curiosidad, de mirar más allá de lo que no estamos acostumbrados a ver, de buscar, de preguntarnos el porqué de las cosas.
He intentado hacer el ejercicio de recordar cada vez que se me ocurre una idea cómo es el contexto, qué pasa a mi alrededor y cuáles son los detonantes.
No soy una persona constante y menos con una rutina establecida, pero créanme que he hecho el ejercicio juicioso de recordar. Realmente es muy complicado saber si hay una constante en esos momentos, pero puedo asegurar que no es compleja, necesita momentos de pausa y humildad.
Pausa para entender qué me rodea y cómo me rodea. Humildad para bajar el ego de nuestra existencia y entender que alrededor coexistimos con muchos seres, elementos construidos y el medio ambiente que nos permite habitarlo.
Hace poco, en el primer capítulo de nuestro podcast, comentaba cómo el diseño permeó nuestras vidas y hoy todo lo que hay construido a nuestro alrededor es diseño. Así que, sin irnos muy lejos, todo a nuestro alrededor es inspiración, pero no nos concentramos lo suficiente para aceptarlo.
No esperemos a que lleguen las crisis para que se active la chispa de la innovación. Agotemos todas las fuentes de inspiración para crear productos, servicios, procesos y experiencias que transformen la vida de las personas. Nosotros ya hacemos lo propio, a través del diseño y la construcción.
Pero eso sí, que no se nos olvide crear a conciencia, para que nuestras tradiciones sean el eje transformador del camino correcto de la innovación.
Santiago Dussán
CEO Estudio Dussán