Parte 2
Ser interiorista me lleva constantemente a preguntarme ¿Cómo se habita: mi casa, mi trabajo, el restaurante o los sitios donde suelo pasar un buen tiempo?
Por eso siempre voy a los baños de los sitios que conozco y frecuento; los que me conocen ya se acostumbraron, pues para mí visitar los baños es el mayor ejemplo de que al proyecto le dedicaron amor. A pesar de que las actividades allí ejercidas son poco agradables, nos permiten momentos íntimos escasos en los lugares concurridos, claramente así sucede en los baños residenciales.
En mi caso, en la ducha suceden unos momentos lúcidos de diseño, acompañados de buena música, mientras permito que el agua caiga sobre mi cuerpo logro conectarme de alguna manera creativa con mi cerebro y sucede magia. Tanto que a veces al dejar mi celular en el lavamanos, dejo una nota de voz con lo ocurrido y les confieso que varias veces salgo de medio secarme a dibujar lo que he creado.
Una vez tuve un cliente que fue muy específico con sus antojos y peticiones acerca del baño, realmente quería disfrutar su estancia en el sanitario, soñaba poder tener vista, un espacio para leer y donde ubicar las revistas que disfrutaba en sus momentos íntimos y lo logramos. Nunca había visto tanta satisfacción en la cara de mi cliente.
Así es como he construido mi discurso acerca de que siempre nos enseñaron que la arquitectura era una arte de poder adaptarse a los humanos, pero con el tiempo este mutó al lado comercial y del ego del arquitecto que hoy en día es el humano el que se tiene que adaptar a la arquitectura.
Por costos los muebles del lavamanos son cada vez más pequeños y por alguna razón (económica claramente) se dejaron de enchapar todos los muros del baño, creando una oportunidad de negocio para las empresas de pintura que lo solucionaron con un producto lavable en el cual el moho es de fácil limpieza sin descascarar las paredes.
Lo mismo pasa con los sanitarios, ahora son ahorradores y ofrecen la posibilidad de que el bizcocho sea popocho o los más inteligentes vienen con posibilidad de calentarse y ubicar la temperatura del agua como ejercicio parecido al bidé.
¿Pero en dónde quedaron nuestras expectativas de los momentos íntimos?
¿Si con las dimensiones con las que se crean los baños cada vez son más incómodos para disfrutar los momentos íntimos que allí suceden? Y peor aún, las reglas sociales cada vez mitifican el baño solicitando más cantidades de baterías de este en un apartamento generando soluciones mínimas, cuando estos espacios son los más costosos en términos constructivos para realizar, pues lo que muchos clientes ignoran el sistema de redes que la evacuación y el ingreso de agua al mismo.
Para mí interpretar estas tendencias sociales no son limitantes, son retos ya que para mí son innecesarios sabiendo que los flujos de personas en el mismo espacio son mínimos, cuando se podría aprovechar disminuir las cantidades y creas espacios más dinámicos y entretenidos para nuestros momentos de soledad.
El baño es un gran elemento, pero este debería priorizar áreas y servicios pensados para sus habitantes, ¿acaso no hemos pagado habitaciones en hoteles para sentir el placer de un gran baño?
Ahora por el confinamiento habitar los espacios deben priorizarse a nuestros gustos y allí, nosotros como arquitectos interioristas y como usuarios de los espacios debemos empezar a cuestionar el nuevo proceso de habitar
SANTIAGO DUSSÁN LÓPEZ
CEO Estudio Dussán